jueves, 24 de enero de 2008

Que mi nombre NO se borre de la Historia...


Si, debo de ser de las últimas en ver las película de las Trece Rosas (qué le vamos a hacer, yo soy más de libros...), pero no voy a hablar de ella. Es sólo para poner en situación. Tenía en la fila de delante a mi abuela, una señora de 82 años que se ha emocionado viendo aquello que un día vivió. Y he recordado todas esas cosas que algún día me contaron ella y mi abuelo y que yo apenas daba importancia. La guerra... la difícil Guerra Civil y la aún peor posguerra, la represión, el doloroso cicatrizar de las heridas... Y sobrevivieron, y lucharon, y cayeron tantos... ¿De verdad hay quien ve absurdo recordarlo? Me paso la vida escuchando que hay que adorar a Dios porque Dios esto y Dios lo otro y Dios sufrió, y hay que recordarle y bla bla bla bla... ¿Y hay que olvidar a los que murieron por sus ideas? A los que sufrieron, a los que lloraron, a los que aún lloran... ¿hay que olvidarlos? Miraba a mi abuela y se me helaba el corazón, no quiero que sus historias se pierdan con ellos. No quiero saber que se dejaron la vida por los que veníamos detrás y mañana no lo sabrá nadie. No quiero que se olvide. ¿Tanto daño hace una ley a quienes aún no han sabido pedir perdón? No es tan difícil... y no es odio, es rabia. Es rabia de que “no importe” de que “sean cosas del pasado”. El pasado si importa, y duele. Y me da tanta rabia saber que a mi propia generación en general le da lo mismo y que a algunas anteriores como no les interesa lo enmudecen... ¿Nos da vergüenza reconocer lo terrible que fue aquello? Es nuestra historia y lejos de olvidarla deberíamos recordar cada detalle, porque existiendo el tabú no existe el sosiego. No podemos borrar 40 años de la vida de un país, ni podemos olvidar todas las vidas que se quedaron por el camino, porque si nos pasara a nosotros, no querríamos que nos dejaran en el olvido, porque no se lo merecen, porque no es justo...

Porque los que venimos queremos saber lo que pasó, no queremos olvidar lo que no vivimos...


Lo peor no es cometer errores ni tampoco combatirlos, sino ocultarlos
Bertold Brecht

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