miércoles, 23 de julio de 2008

Seis consejos, siete fotos, mil recuerdos...

Hoy se va Denissa. Es curioso, siquiera sé realmente cómo se escribe su nombre. Denissa es la chica que limpiaba en casa de mi abuela y acabó limpiando en mi casa desayunando todas las mañanas conmigo.
Hace ya dos o tres semanas que Javi se fue con su abuela a Rumanía, por eso de no pasar todo el verano en Madrid aburrido mientras sus padres trabajan. Y Denissa, como buena madre de un niño de cuatro añitos, no hacía más que echarle de menos mientras él apenas tenía conciencia de lo lejos que estaba su madre. Y durante todo este tiempo me reía con ella por las mañanas, con su indignación porque su Javi no se acordaba de ella. Pero al final siempre llegaba a la misma conclusión. Si Denissa, sabiendo que a finales de julio volvería a tener a su pequeño consigo, lo pasaba horriblemente mal teniéndole tan lejos... ¿Qué será de aquellos padres que no saben con exactitud cuál será el próximo abrazo de sus hijos? Denissa mandó a Javi con su madre a Rumanía, sabiendo que iban a cuidarle mejor casi ella misma, sabiendo dónde iba, con quién, dónde viviría, qué comería e incluso con qué gente trataría a diario... La madre de Denissa no sabía qué le esperaba a su hija cuando decidió partir dirección España, sin nada, sin absolutamente nada. Sin saber si su marido y ella volverían a ver a su familia, a sus amigos, su casa, sus recuerdos... todo atrás para luchar por esos sueños que prometes cumplir durante la infancia. Sueños que allí se desvanecen. Si la preguntas ella te contesta que le encantaría vivir allí, que no es fácil dejarlo todo, pero que tienes que intentarlo para poder vivir.
Yo recuerdo que cuando era pequeña jugaba a ser mayor, a ser veterinaria, o astronauta, o policía o profesora, jugaba a que tenía una casa, una pareja, unos niños y unas metas que, más o menos cercanas, nadie me impedía alcanzar. Supongo que en cualquier otra parte del mundo, otros niños han soñado, sueñan y soñarán con lo mismo, y sin embargo para algunos se queda simplemente en eso, en sueños de un futuro lejano que nunca llega, en esa oportunidad que pasa de largo, en ese deseo de poder seguir soñando. Yo no podría dejarlo todo, sin más, mi familia, mis seres queridos, mis amigos, mi barrio, mi casa, mi perro...MI VIDA. Y he de suponer que para cualquier persona es tan duro como sería para mi misma. Por eso, si me paro a pensarlo, entiendo por qué Denissa y su marido se van a recorrer media Europa en coche para abrazar a los suyos, para pasar un agosto en casa, en su hogar, con su vida y sus recuerdos, y se volverán a recorrer media Europa para volver dentro de un mes, a seguir luchando por seguir adelante, aunque haya quien no entienda que todos, absolutamente todos, tenemos derecho a, al menos, intentar cumplir nuestros sueños.



http://www.youtube.com/watch?v=6ZIgkJ0e6gU

1 comentario:

Jorge Barraza dijo...

Buen viaje. A los que van, sí; a los que vienen también.

Son muchos los caminos, los que recorrieron mis abuelos, los que recorrieron mis padres... los que ahora recorren muchos apartando las nubes de nuestra amnesia.

Pero hay cosas que no cambian, y luchas que perviven. Sí, buen viaje.