¿Qué se hace un lunes 7 de abril a primera hora de la mañana? Sonreír viendo el amanecer pensando en el cumpleaños que no se podrá celebrar. Y lejos de sentir pena, alegrar el corazón pensando que cada amanecer es un momento mágico que nos enseña que siempre se puede renacer de nuestras propias cenizas, y por mucha oscuridad que nos invada o muchas nubes que nos tapen debemos estar ahí para dar luz y calor a todos los que nos rodean. Y desde el atasco matutino de la m40 le he devuelto la sonrisa al sol como nieta más que orgullosa de quien nos dio más calor, más luz y más brillo que el propio astro rey.
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